Si miramos nuestro calendario de alimentos de temporada nos daremos cuenta que, aunque existen algunas verduras y frutas que podemos encontrar prácticamente todo el año, como el calabacín, las judías verdes, la naranja, la manzana o el pimiento, lo cierto es que en realidad disponen de un período de temporada, época en la cual el alimento se encuentra en su mejor momento. Así pues, ¿si las fresas son primaverales, y los melones estivales, por qué los encontramos en las estanterías de las fruterías y supermercados durante todo el año?
Hoy día, como consumidores tenemos la gran ventaja de poder disponer de productos tropicales y de otras latitudes todo el año, así como disfrutar de nuestras hortalizas, frutas y verduras saltándonos su estacionalidad. Estos alimentos han podido ser recogidos hace meses y guardados en cámaras o recolectados al otro lado del mundo, o bien cultivados en un invernadero con sustancias químicas que ayudan a su maduración. Pero todo ello tiene sus contrapartidas. Por regla general, aunque siempre hay excepciones, todas estas técnicas reducen su calidad nutricional, organoléptica y encarecen el producto, sin olvidarnos de su impacto en el medio ambiente.
El consumo de productos de temporada nos aporta muchos beneficios, entre ellos destacar que al recogerse en su punto de maduración, respetando su ciclo natural, conservan todo su sabor y aroma y nos ofrecen el mejor aporte nutricional, ya que en el momento de su recolección mantienen intactas todas sus propiedades. El tiempo en el que llegan a nuestra mesa desde su lugar de origen es relativamente corto, se recolecta hoy, mañana está en el mercado y a la hora de comer ya lo tenemos en casa preparado para disfrutarlo. Os pondré un ejemplo práctico, he oído varias veces, de mi admirada Teresa Carles, exclamar textualmente: "Este zumo ya no tiene el mismo sabor, se nota que ahora no es temporada..."
Consumir alimentos de temporada es siempre una idea sana, sabrosa, económica y sostenible.
Producir y consumir verduras y frutas de temporada contribuye también a respetar el entorno social y el medio ambiente. Cuando compramos en la zona de producción beneficiamos el comercio local e indirectamente fomentamos la actividad del pequeño agricultor. La necesidad de transporte y distribución es mucho menor, se reduce el gasto energético y la contaminación (emisión de gases, material para embalajes, almacenes...). Así pues, ¿si podemos comprar una lechuga cultivada en nuestra ciudad o comarca, por qué comprar una que provenga de un país lejano? Sin ánimo de parecer proteccionista y/o arancelaria.
Aparte de todas las ventajas ya comentadas, los alimentos de temporada también son buenos para nuestro bolsillo. Cultivar frutas o verduras fuera de su época natural cuesta más dinero de lo habitual. Cultivarlas de forma natural, hace que se necesiten menos sustancias químicas, menos gastos de transporte y distribución, menos embalajes... consiguiendo así, aunque con algunas salvedades, un precio final más barato.
Pero sobre todo no debemos olvidarnos que la naturaleza es sabia, y por eso en cada estación nos ofrece las verduras y frutas que necesitamos. En invierno, por ejemplo, las ricas naranjas, con su vitamina C refuerzan nuestras defensas, y en verano nos hidratan y mineralizan la sandía y el pepino. Cada temporada nos brinda una variedad única de frutas y verduras ¡Sí a los productos de temporada! No hay nada como disfrutar del tomate, las cerezas, las fresas, las acelgas... en su época de producción y disfrutar de su sabor, aroma y frescura.