Es tiempo de vendimia en casi todas las regiones de nuestra geografía y ya podemos disfrutar de esta fruta de temporada en su perfecto estado de maduración. En este post vamos a repasar las propiedades de la uva y los beneficios que su consumo puede reportar a nuestra salud.
El cultivo de la uva se inició en el Neolítico y se fue extendiendo al resto de Europa desde donde llegó al continente americano. Actualmente Europa es el principal productor. Aunque en España el viñedo está presente en todo el país, las comunidades autónomas con mayor superfície son Castilla- La Mancha, Extremadura, Comunidad Valenciana, Castilla y León y Cataluña. De la cosecha mundial, unas dos terceras partes se destinan a elaborar vino y solo la tercera parte se emplea como fruta de mesa y para obtener pasas.
Pertenece al género de Vitis de la familia de las Vitáceas, que incluye unas 600 especies de arbustos, por lo general trepadores y que producen frutos en baya. Existen tres especies principales de uvas, la europea (Vitis vinífera), la norteamericana (Vitis labrusca y Vitis rotundifolia) y los hibridos de origen francés. Cada sembradío de uvas tiene un propósito distinto, aunque todas ellas se destinan para alimentación, algunas son para comerse frescas, otras para comerse secas, y otras se destinan a la producción de vinos.
Cada gramo es una pequeña píldora natural de sustancias antioxidantes que depuran y regeneran el organismo entero. Los compuestos fenólicos presentes en las uvas son los responsables de su color y sabor, proporcionando además una potente acción antioxidante. Recientes estudios científicos relacionan la buena salud cardíaca de los pueblos mediterráneos con los efectos de algunas sustancias de la uva. Cabe destacar que la composición de la uva varía según se trate blancas o negras. En ambas destacan dos tipos de nutrientes: los azúcares, principalmente glucosa y fructosa y las vitaminas (ácido fólico y vitamina B6). Entre los minerales, el potasio es el más abundante y se encuentra en mayor cantidad en la uva negra; mientras que el magnesio y el calcio están en cantidades moderadas y son más abundantes en la uva blanca. Todas las variedades de uva contienen compuestos beneficiosos, principalmente polifenoles, y la mayoría de ellos se encuentran en la piel. Las variedades negras, moradas y rojas poseen niveles mucho más elevados de quercetinas y antocianinas, flavonoides que ayudan a prevenir el cáncer, las cardiopatías y las enfermedades cardiovasculares. Por último, señalar que la uva es también muy recomendable para mujeres embarazadas por su riqueza en ácido fólico, fundamental para el correcto desarrollo del feto.
Para elegir las uvas más frescas es importante revisar su piel, debe estar libre de manchas y tersas. Es recomendable consumirlas frescas, es decir en el momento de su compra, y si se van a almacenar debe ser en la nevera, ya que a temperatura ambiente pueden llegar a fermentarse, acelerando su deterioro.
Aunque podemos encontrar uvas en el mercado prácticamente todo el año, ahora en otoño es cuando están en su mejor momento. Una de las grandes ventajas de la uva es que se pueden tomar frescas como aperitivo, tentempié, postre o cocinadas como ingrediente de suculentas recetas. Combina muy bien con un gran número de alimentos como: ensaladas, cereales, pescados, carnes, lácteos... Son también muy utilizadas las populares uvas pasas, que no son sino uvas practicamente deshidratadas. El límite está en tu imaginación.
Después de todo lo dicho es obvio que esta pequeña fruta de grandes propiedades no puede faltar en tu cesta. Aprovecha que es temporada y no olvides tomar tu racimo a diario.