El consumo de bebidas energéticas se ha disparado en los últimos años. Surgen con la intención de incrementar la resistencia física, habilitar reacciones más rápidas a quien las consume, lograr un nivel de concentración mayor, evitar el sueño y proporcionar sensación de bienestar. Volviéndose famosas para deportistas, estudiantes, empleados nocturnos y cualquier otro tipo de consumidores. Pero ¿son tan milagrosas como dicen? En este post vamos a analizar los pros y contras de este tipo de bebidas.
Las bebidas energéticas son relativamente recientes porque empezaron a comercializarse en Europa en 1987. Se han popularizado muy rápidamente y han ido haciéndose con espacios que antes eran territorio dominado por los refrescos (solos o en combinación con el alcohol): los acontecimientos deportivos y las fiestas.
¿Qué es exactamente una bebida energética?
Con la denominación de bebidas energéticas se comercializan diversos productos, cuya composición es básicamente:
- Agua, azúcar o edulcorantes artificiales
- Cafeína (como tal o de ingredientes que la contienen, como el guaraná)
- Vitaminas del grupo B y minerales
- Sustancias nitrogenadas (taurina, carnitina)
- Glucuronolactano (se añade por un posible efecto desintoxicante no bien determinado)
Es importante diferenciarlas de las bebidas para deportistas, diseñadas para la recuperación de sales minerales después de una actividad física intensa y conocidas como bebidas isotónicas. Te recomendamos la lectura del post: Bebidas deportivas y sus análogos caseros.
Paradójicamente, aunque las bebidas energéticas se asocian con sabor "a medicina", su consumo no deja de crecer, un 60% de 2008 a 2012. Datos de 2014 apuntaban que sus ventas aumentan a escala mundial como mínimo a un ritmo de un 10% anual. Pero ¿cómo es posible que un producto que ni siquiera contaba con el beneplácito de los consumidores ha crecido tanto?
Los fabricantes destacan en su publicidad los siguientes efectos (tengan justificación o no):
- Provocar en el consumidor un estado de euforia, incluso afrodisiaco, que permite mantenerse hiperactivo durante muchas horas seguidas.
- Mejorar el rendimiento físico e intelectual.
- Efecto contra restante de las consecuencias de la ingesta de alcohol.
- Fomento de un carácter diferenciado, contestatario y rebelde (imagen de chico malo)
Con la excepción de la cafeína (una sola lata de refresco aporta la misma cantidad de cafeína que tres o más tazas de café filtrado) de reconocido efecto estimulante, los otros ingredientes no justifican estas afirmaciones. Así pues, la presencia de carnitina, taurina y otros componentes ergogénicos, no tienen una justificación científica nutricional, al menos para la población en general.
Otro punto criticable es su contenido en azúcar. Si las bebidas de cola y otras bebidas refrescantes azucaradas son muy criticadas - y con razón -, las bebidas energéticas deben criticarse igualmente. De media una bebida energética contiene de 10 a 15 g de azúcar por cada 100 ml en distintas formas (sacarosa, glucosa, jarabe de glucosa, jarabe de fructosa). Una bebida de cola tiene 10,5 g de azúcar/100 ml.
A parte, algunos de los extractos vegetales y sustancias utilizadas en la formulación de estas nuevas bebidas, pueden representar un riesgo para la salud del consumidor, pero no hay datos suficientes sobre la incidencia de su consumo en la población europea, que permitan evaluar el beneficio/ riesgo y que sean concluyentes sobre la seguridad de todos los ingredientes.
Debido a evitar posibles riesgos para la salud, la Agencia de Salud Pública (ASPCAT), establece una serie de recomendaciones para el consumo de bebidas energéticas:
- No mezclar estas bebidas con alcohol
- Embarazadas y mujeres lactantes, niños y personas sensibles a la cafeína, con trastornos cardiovasculares o neurológicos deberían abstenerse de consumirlas.
- No utilizarlas para reponer los líquidos perdidos en la actividad física intensa: la cafeína tiene efectos diuréticos y aumenta el riesgo de deshidratación. Es estos casos hay que beber agua o bebidas diseñadas para ello.
Mejora el rendimiento deportivo, pero con efectos secundarios
En los últimos años, las bebidas energéticas se han puesto de moda también entre los deportistas. Se estima que la mitad las consume habitual durante los entrenamientos o antes de competir. Sin embargo, su uso no está exento de efectos secundarios.
A pesar de que recientes estudios han demostrado que estas bebidas energéticas mejoran el rendimiento deportivo entre un 3% y un 7% también provocan efectos no deseables. Según el estudio, el grupo que tomaba bebidas energéticas sufrió con más frecuencia insomnio, nerviosismo y el nivel de activación después de la competición, efectos relacionados tradicionalmente con el consumo de bebidas con cafeína.
Un consumo responsable de estas bebidas sería tomarlas ocasionalmente en momentos puntuales de decaimiento físico, siempre sin abusar y nunca de forma continuada.