Las zanahorias, hundidas bajo tierra, atesoran nutrientes esenciales para una buena salud. Descubre en este post sus curiosidades, propiedades nutricionales y usos en la cocina para sacarle el máximo partido.
Es uno de los cultivos más antiguos. Su origen doméstico se remonta al 3.000 a.C cuando en Afganistán se cultivaba una variedad de color púrpura por fuera y anaranjado por dentro. Su introducción en las costas del Mar Mediterráneo vendría de la mano de los griegos y romanos. Se cree que la zanahoria llega a España durante la época del dominio musulmán sobre la Península Ibérica. En la actualidad los principales países productores son China, Rusia y EEUU. En España existen cuatro grandes zonas productivas: Castilla-León, Castilla-La Mancha, Andalucía y la Comunidad Valenciana.
La zanahoria pertenece a la familia de las umbelíferas, al igual que la chirivía, el apio, el perejil y el hinojo. Es una de las hortalizas más importante y de mayor consumo de la familia. Existen unas 60 variedades de zanahorias y todas de buena calidad, algunas son elegidas por su sabor más dulce, otras por su tamaño y otras por su color. De forma generalizada se pueden dividir en dos grupos; las zanahorias orientales (o asiáticas), con raíces de color púrpura y amarillo; y las zanahorias occidentales, con raíces de color principalmente anaranjado.
Propiedades nutricionales de la zanahoria
El agua es el componente mayoritario de este vegetal, seguido por los hidratos de carbono. Asimismo, es fuente de vitamina E y de vitaminas del grupo B como los folatos. En cuanto a los minerales, destaca el aporte de potasio, y cantidades discretas de fósforo, magnesio, yodo y calcio. Su contenido en fibra vegetal, en forma de pectina, la hace muy útil para normalizar el tránsito intestinal. Pero, probablemente, la más popular de sus virtudes, se asocia a la mejora de la vista. La zanahoria se caracteriza por su riqueza en betacaroteno, un pigmento naranja que se convierte en vitamina A, esencial para mantener en buena forma la vista. Por otro lado, los betacarotenos son también un excelente antioxidante que ayudan a evitar el envejecimiento celular al reducir el efecto de los radicales libres. Estas raíces naranjas son también ricas en ácido fólico, elemento básico para la buena estructura de los glóbulos rojos, y muy importante para la embarazada para el correcto desarrollo fetal.
En el mercado y en la cocina
Podemos encontrar zanahorias frescas en el mercado durante todo el año, pero las de temporada son las que se cultivan en primavera. Las de invierno son más gruesas, menos dulces y tiernas. A la hora de elegirlas, es mejor que estén duras al tacto, y de color naranja intenso, uniformes, suaves y sin grietas, y sin raíces laterales. Si tienen hojas, éstas deberán estar frescas y tener un buen color verde. Para conservarlas en estado óptimo el mayor tiempo posible se recomienda guardarlas en un lugar seco y ventilado o en el estante de verduras de la nevera, y a ser posible dentro de bolsas de plástico, donde se conservarán varias semanas.
La forma más sana de comerlas es en crudo en ensaladas y crudités, o en zumos licuados y batidos. Pero su uso más tradicional es en sopas, cremas de verduras, guisos y sofritos. También están deliciosas hervidas, encurtidas en vinagre, fermentadas, al vapor, salteadas, glaseadas…y además, por su sabor dulce, son ideales para preparar postres y pasteles, como la famosa tarta de zanahoria, dulces y mermeladas. ¿Se le puede pedir más?
¡Son ricas, saludables, nos aportan muchos beneficios y propiedades y encima se pueden comer hasta en postres! Aprovecha que es temporada y no dejes de incluir esta hortaliza en tu dieta habitual.