Ya es primavera y con ella llegan los coloridos, sabrosos y nutritivos rábanos. Descubre en este post sus propiedades nutricionales más destacables, así como conservarlos y cocinarlos para sacarles el máximo provecho.
Aún no hay datos concluyentes, pero todo apunta a que el origen del rábano se sitúa en China, donde desde tiempos inmemorables, se prescriben preparaciones con rábanos para el tratamiento de diversas patologías digestivas. Fue un alimento muy preciado en la antigua Roma y Grecia, siendo los romanos los responsables de la expansión de su consumo por toda Europa.
El rábano es una hortaliza de cuerpo blanco y piel coloreada que pertenece a la familia de las Crucíferas, al igual que la col, la coliflor, el kale, el brécol, el nabo y el berro. El rabanito (Raphanus sativus) es una de las 3 especies conocidas de rábano que se comercializan para el consumo humano. Las otras dos son: el rábano japonés (o daikon) y el rábano negro (o de invierno).
Propiedades nutricionales
El rábano es una de las hortalizas con mayor contenido acuoso. De hecho, aproximadamente el 95% de su peso es agua. Destaca su aporte en minerales como el magnesio, el fósforo, hierro y calcio, siendo el potasio el mineral que se encuentra en concentraciones más elevadas. En cuanto a vitaminas es rico en vitamina C, de reconocida capacidad antioxidante por lo que es capaz de prevenir la aparición de numerosas dolencias.
Los rábanos son considerados uno de los alimentos más beneficiosos para el aparato digestivo. Lo decimos porque además de abrir el apetito, estimular la producción de jugos gásticos y facilitar la digestión, alivian el estreñimiento resultando un suave laxante gracias a su fibra. Asimismo, mantienen la flora intestinal en un estado saludable, previniendo numerosas patologías infecciosas.
También es importante su contenido en compuestos orgánicos azufrados como el rafanol y la rafanina, de reconocidas propiedades antibióticas y antivíricas.
Pero por si algo destacan los rábanos, es por su riqueza en una serie de sustancias aromáticas picantes, conocidas como glucosinolatos, isotiocianatos e índoles, a las que se les reconocen efectos anticancerígenos y la capacidad para eliminar del organismo microorganismos nocivos o indeseables.
En el mercado
La mejor temporada del rábano es de mayo a junio, momento en que lo encontraremos con mayor facilidad en los mercados. Debemos escoger aquellos ejemplares de consistencia menos fibrosa, firmes, de piel entera, sin fisuras y de color rojo vivo que garantice su frescura.
Una vez en casa, se deben retirar las partes verdes y guardarlos en la nevera en una bolsa de plástico perforada. De esta forma se pueden conservar hasta una semana.
En la cocina
Aunque el rábano es es una hortaliza que no se consume muy frecuentemente en nuestro país, destaca su consumo en crudo en ensaladas y su vistosidad en las mismas. Lo habitual es consumirlo crudo, sobretodo y especialmente aquellas personas que aprecian los sabores picantes, formando parte de ensaladas. En caso de que se prefiera un sabor más suave, hay que pelarlos para eliminar el aceite esencial que se encentra justo debajo de la piel, al cual debe su picor. También puedes cocinarlos, rehogarlos o incorporarlos a guisos para que den sabor a toda preparación.
¡Que no te importe un rábano! e incluye esta raíz en tu dieta para beneficiarte de todas sus propiedades nutricionales y beneficiosas para nuestra salud.